lunes, 3 de octubre de 2016

NUESTRO MATRIMONIO, ESCUELA PARA NUESTROS HIJOS


Los patrones de comportamiento que tenemos, nuestra forma de ser y de pensar, son un reflejo de nuestra historia familiar, la crianza que recibimos, el ambiente en el cual crecimos, las circunstancias que vivimos, fueron las que marcaron la persona que somos hoy.
Por lo anteriormente expuesto, debemos tener conciencia de que nosotros los padres, somos los responsables de hacer que nuestros hijos crezcan en un ambiente que los moldee y les enseñe actitudes positivas, experiencias de vida positivas tanto en la adversidad, como los tiempos de bonanza.
Igualmente, con nuestro modelo, nuestros hijos, deben aprender lo que es un verdadero matrimonio, nosotros los padres somos los responsables de trabajar en nuestra relación, para enseñarles a ellos que un matrimonio es una experiencia hermosa de amor, de servicio, de entrega, de respeto, de perdón.
Si queremos lo mejor para nuestros hijos, eso conlleva que ellos aprendan a elegir lo mejor, y su criterio de elección va a estar basado en la esposa o el esposo que ellos vieron que fueron sus padres, e igualmente, ellos van a ser buenos esposos, por lo que aprendieron de nosotros.
Por otro lado, nada que llene más de orgullo y alegría, a los hijos, que el ver a sus padres brindarse amor, darse un beso, esto incluso les hace sentir seguridad, y por lo general, las parejas que se demuestran amor con frecuencia, están más aptos emocionalmente para atender a sus hijos.
Todas las anteriores y muchas más, son motivaciones para trabajar por una relación de matrimonio rica y armoniosa.
Como escribí en uno de mis artículos anteriores, lograr un matrimonio sólido, armonioso y estable es una de las grandes satisfacciones que un ser humano puede tener, y si a esto le sumamos que nuestros hijos, son más felices con este hecho y que también es un legado para ellos, de criterios para elegir con quien vivir el resto de sus vidas y aprender a ser buenos esposos y esposas, tenemos motivos más que suficientes para luchar, poner nuestro interés y hacer todo lo que se necesite para que nuestro matrimonio brille siempre, como el diamante más preciado que tenemos.
Isabel Hidalgo

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