Es cierto que la
maternidad es algo hermoso, instintivo y demandante y es por esta razón que la
mayoría de las mujeres al convertirnos en madres, volcamos toda nuestra
atención en esa criatura preciosa fruto de nuestras entrañas, dejando a un lado
a quien participo igualmente para que ese proyecto llamado hijo, fuera una
realidad.
Por otro lado, La
cultura machista en la cual vivimos contribuye con que sea la mujer la que se
encargue completamente del bebe, porque “esas son cosas de las mujeres”, porque
así nos acostumbró el sistema en el cual crecimos.
Nos toca a las madres
desprendernos un poco y motivar un ambiente en el cual el padre se sienta
igualmente incluido en el cuidado del bebe. Nos toca provocar que padre e hijo
tengan su espacio de compartir y compenetrarse, pero más importante nos toca a
ambos sacar nuestro espacio, para hablar, para compartir, nosotros dos solos.
En el álbum de mi
hija mayor tengo una foto donde se ve el pañal al revés, abrochado para atrás, ese es un lindo recuerdo del primer
cambio de pañal que le hizo su papa a los 3 días de nacida, igual tengo fotos
de Lerso bañando a uno de nuestros hijos en el segundo día de nacido.
Cuando el padre se
involucra de esta forma en el cuidado del bebe, queda más tiempo y disposición
para que la pareja comparta un tiempo a solas.
Para los hijos,
será muy bueno que papa y mama estén bien, porque eso nos dará la capacidad
emocional de poderles entregar a ellos lo mejor de nosotros y así crecerán en
un sistema que les enseñará una forma correcta de ser pareja.
Cuando los hijos
crecen en un ambiente de amor y armonía entre los padres, son más seguros y
felices.
Isabel Hidalgo