Cuando llegan los hijos al matrimonio, toda nuestra dinámica familiar
cambia, por lo que nuestros hábitos espirituales y práctica religiosa no se
quedan fuera de los cambios. Lo importante es, buscar la forma de continuar con
esto que es tan necesario para nosotros los cristianos, sentirnos conectados
con Dios.
A menudo nos preguntan cómo logramos ir a misa con nuestros tres hijos,
y es por lo que me animo a escribir este artículo.
Recuerdo que cuando hacíamos la lista del babyshower de nuestra primera
hija, veía las ropitas y decía, “ay mira que linda, para ir a misa”, el fin es
que con casi todas las ropas me imaginaba en misa con nuestra princesa, y a la
tercera semana de nacida, allí estábamos, como de costumbre cada domingo, y así
mismo fue cuando llegaron nuestros otros dos hijos, tan pronto me cortaban los
puntos de la cesárea, seguíamos nuestro ritmo de congregación.
Con nuestra determinación en mente, ir a misa todos los domingos, hemos
ido elaborando planes para poder lograrlo y esto ha incluido, hacer conciencia
de que no será lo mismo que cuando íbamos solos nosotros dos. Lo primero es que
buscamos un horario que se nos acomodara, por ejemplo: 11:00am, a esta hora no
nos tenemos que levantar tan temprano, podemos desayunar, bañarnos y
prepararnos todos relativamente tranquilos. Por otro lado, evaluamos que no sea
la misa más concurrida y nos sentábamos cerca de una salida, de manera que, si
el bebe comienza a llorar, podemos salir rápidamente y así no interrumpir a los
demás feligreses.
Recomiendo evaluar también que sea un templo fresco, pues el calor
altera mucho a los niños, e ir a una misa que no se extienda mucho, esto cuando
los bebes comienzan a caminar, que es cuando se complica más controlarlos.
Cuando estaban pequeños, llevaba leche o algo de tomar y galletitas, de
manera que la comida me servía para entretenerlos, también les llevaba un
juguete, que no tuviera ningún tipo de sonido, que no sonara fuerte en caso de
que se callera y que el bebe tuviera mucho tiempo sin ver, de manera que
encontrara novedad en el juguete; aunque cuando están de meses suelen dormirse
y no es mucho lo que hay que emplearse en entretenerlos.
Cuando comienzan a caminar los llevamos en el coche y lo ponemos en un
pasillo que no moleste y que ellos se sientan cómodos, mirando lo que pasa a su
alrededor. No les dejamos corretear y caminar por donde quieran, si se cansan
del coche los sentamos en nuestra pierna o nos paramos a un lado con ellos,
pero desde pequeños deben aprender que el templo, no es para jugar y corretear.
Conformen van creciendo, hemos ido integrando diferentes estrategias,
como cantar, bailar y aplaudir todos los cantos y motivarlos a ellos a
disfrutar la misa de esta manera, hemos hecho concurso para incentivarles a
prestar atención y cuando salimos, les hacemos preguntas sobre las lecturas y /
o la homilía y si responden los premiamos con un dulce o un helado.
Los dejamos subir al altar a darle la paz al sacerdote y ministros,
aunque esto en algunas parroquias no se estila. Después de que aprenden a leer
ellos han pedido que llevemos el rayo de luz, para ir leyendo las lecturas,
mientras la proclaman y eso los entretiene bastante.
Ahora ya estamos en una etapa en la que nos sentamos en el primer banco,
porque ellos quieren ver todo, pero les advertimos que para estar ahí tienen
que portarse muy bien, de lo contrario nos moveríamos para el ultimo banco.
Como la feligresía nos espera cada domingo, nuestro banco siempre está
disponible e incluso le guardan a los niños las cestas para recoger las
ofrendas, ósea que desde ya ellos se han integrado a servir en la eucaristía.
Tan pronto como tienen la edad mínima, los inscribimos en catequesis
para que aprendan más sobre el significado de la misa, hagan la primera comunión
y tengan una motivación adicional para participar de la eucaristía.
No vamos a tapar el sol con un dedo, muchas veces hemos estado en misa y
no hemos podido escuchar nada, porque nos la hemos pasado tratando de
mantenerlos tranquilos y en silencio, algunos ruidos se han escapado y ves como
todas las doñitas te miran con reproche, sin embargo, nada de esto nos ha
detenido, y ya para nuestros hijos es una costumbre participar de la fiesta del
señor, porque hemos sido disciplinado en esto, adaptándonos a una nueva forma
de oír misa, sin que sea un martirio para nuestros hijos y cuidando de no
molestar a los demás hermanos que participan.
Finalmente, aunque tenemos que buscar la estrategia para congregarnos después
de que llegan los hijos al matrimonio, y esto requiere de algunos sacrificios,
es muy lindo ver como los niños mientras más pequeños los acostumbramos, y con
consistencia, por supuesto, se adaptan y colaboran más fácil y rápido de lo que
pensamos.
Coach Isabel Hidalgo
Excelente!!!!
ResponderBorrarExcelente!!!!
ResponderBorrarMuy bueno, me encanta cómo detallas todo y lo más importante que das ejemplo de vida en cada tema, este no es la excepción. Sigue adelante, Dios te respalda y nosotros tus seguidores 😉
ResponderBorrarAmen! muchas gracias por la retroalimentacion. Dios te bendiga.
Borrar