lunes, 6 de marzo de 2017

EL ADOLECENTE QUE DE NIÑO FORMÉ



Hace ya un tiempo, escuche una charla de Pilar Sordo, psicóloga chilena, en la cual decía que, “cada padre/madre tiene el adolescente que merece tener”, esta frase llamo muchísimo mi atención, porque entendí que: desde el día en que esa criatura cae en nuestro vientre, estamos forjando quien será en el futuro.
Desde que me case una de mis grandes preocupaciones era estar preparada para la crianza de mis hijos, es por esta razón que nuestra primera hija llego cuando Lerso y yo teníamos 4 años de casados, cuando nos sentimos emocionalmente preparados, acoplados como matrimonio y con un anhelo inmenso de tener hijos y dedicarnos a criar.
En este trayecto de ser padres, hemos aprendido que nunca hemos estado preparados para las diferentes etapas, que ha sido un proceso de prueba y error, pero muy fascinante por lo que vamos mirando en el comportamiento de nuestros hijos y por el crecimiento que ha representado para nosotros como seres humanos, nos ha tocado incluso desaprender y volver a aprender.
Lo principal en nuestro rol de crianza ha sido, ir tras el objetivo de ser buenos siendo padres, predicar siempre con el ejemplo y sembrar en nuestros hijos los valores que los guiaran en el futuro.
Sin dejar que se pierdan su niñez, hemos establecido las reglas de nuestro hogar, observamos sus comportamientos y los proyectamos, de manera que nos ayuda a hacer conciencia de cómo puede perjudicar o ayudar ese comportamiento en su futuro y de esta manera corregimos o reforzamos.
La relación armoniosa, de confianza, de apoyo, de respeto, se construye desde el vientre, cuando nos ocupamos en ser unos padres presentes en el día a día de nuestros hijos.
No debo dejar de lado en este post que, verdaderamente, los cambios hormonales en la adolescencia son una variable que puede alterar la dinámica en la relación padres e hijos, sin embargo, cuando como padres somos conscientes de estos cambios, nos toca acompañarles a descubrir su personalidad, que ellos hagan conciencia de lo que se está gestando en su interior y que nos continúen teniendo como sus guías.
Nos toca también, como padres, permitirles tomar decisiones y tener paciencia, pero al fin y al cabo, si nuestra crianza ha sido efectiva desde el día uno, con una buena base de valores, será más llevadera esta etapa y podremos igualmente disfrutar del encanto de verles crecer y madurar, ver como sus alas se extienden y comienzan a volar con independencia, confiados en que todo lo inculcamos en ellos es lo que guiara cada paso de sus vidas.

Isabel Hidalgo

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